Agua - Alex Roma.epub
Como no queríamos chocar con el grupo, retrocedimos un poco, y cuando lo hicimos, la mujer empezó de repente a balancear el paraguas de una forma salvaje y errática. Trazaba enormes arcos en el aire y varias veces estuvo a punto de rozarnos con la punta del paraguas cuando giraba en redondo. Aflojamos el paso aún más, pero cada vez era más evidente que su actuación estaba destinada a captar nuestra atención. Finalmente, tras conseguir atraer y fijar nuestra mirada en lo que estaba haciendo, sostuvo el paraguas por encima de su cabeza con las dos manos y lo lanzó teatralmente a nuestros pies.
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Ese incidente suscita muchas preguntas para las que no tengo respuesta. No sé quiénes eran las personas que arrojaron el paraguas a nuestros pies, ni si fueron conscientes siquiera de la transformación mágica que tuvo lugar mientras se alejaban paseando, aunque la representación extraña y aparentemente intencionada de la mujer sugiere que no estaban totalmente ajenos. La transformación mágica del paraguas nos dejó tan paralizados a mi profesora y a mí que, cuando tuvimos la presencia de ánimo necesaria para preguntarles, hacía tiempo que se habían ido. No sé por qué pasó aquello, salvo que parece obvio que estaba relacionado de alguna manera con nuestra charla sobre la vivencia de Castañeda de un acontecimiento similar. 041b061a72